17 de junio de 2009

Contruyendo Cimientos Sólidos de RSE

Fundada el 24 de septiembre de 1925 con el propósito de producir y comercializar cemento inició sus actividades La Sociedad Boliviana de Cemento S.A. - SOBOCE S.A. ubicada en la localidad de Viacha – La Paz.

Hoy en día, cuenta con cuatro plantas de cemento situadas en los departamentos de La Paz, Oruro, Santa Cruz y Tarija, operando cuatro plantas de hormigón premezclado y una planta de agregados pétreos. Con más de 80 años en el mercado, se constituye en la empresa productora de cemento más importante de Bolivia, generando en todas sus operaciones más de 3.500 empleos directos e indirectos.

Comprometida con el desarrollo sostenible de Bolivia, SOBOCE S.A. tiene la misión de “mejorar las condiciones de vida de las comunidades donde se encuentran sus operaciones productivas y proveedores de materias primas, basándose en el principio de que todos los bolivianos tienen derecho a una vida digna con oportunidades en educación, salud, vivienda y trabajo.”

Direccionados bajo la política de destinar el 10% de sus utilidades a proyectos y actividades de RSE la empresa actúa en función a tres líneas de acción; la primera orientada a revalorizar el patrimonio cultural y natural del país y apoyar el desarrollo del turismo; la segunda enfocada en apoyar al microempresariado productivo y generar empleo y por ultimo una tercera dedicada a promover niñez y juventud competitivas.

“El país que queremos” es un proyecto que identifica y promueve emprendimientos desarrollados por sectores indígenas y campesinos; a través del Programa “Emprender.bo”, difundido todos los domingos a las 10 de la noche por la Red de televisión PAT. Este espacio intenta reflejar el contexto multicultural y ecológico de Bolivia, la diversidad de los pueblos indígenas y campesinos quienes desarrollan proyectos productivos novedosos, dignos de ser reconocidos y promovidos en el mercado. La elaboración de ocho documentales de las iniciativas más exitosas (Exportación de Tilinchos, San Miguel del Bala – Ecoturismo, El Ceibo - Producción de chocolates, Asohaba - Producción de habas, Turco - Crianza de camélidos, Oro Negro - Exportación de castaña, Moda Chiquitana, Incapallay - Exportación de tejidos), revelan ejemplos de creatividad, trabajo y compromiso, que van generando la posibilidad de mejorar las condiciones y calidad de vidas de las personas y comunidades.
Comprendiendo la premisa de que fomentar el turismo es apoyar efectivamente el desarrollo económico del país, nace el proyecto “Las Rutas de SOBOCE” que tiene como objetivo principal fomentar el turismo interno y contribuir a que Bolivia sea un destino más atractivo para viajantes internacionales. Esta iniciativa hace pública la invitación e información necesaria para visitar treinta destinos turísticos llenos de diverso paisaje, cultura e historia.
El año 2002, SOBOCE lanza la campaña “De manos bolivianas para niñ@s bolivianos”, iniciativa que tiene como objetivos: incentivar la creatividad de personas artesanas, el consumo de materia prima nacional y generar fuentes de empleo en el país, todo esto a través de la fabricación y comercialización de juguetes. Después de tres exitosos años de concurso y crecimiento del proyecto SOBOCE se vio en la necesidad de continuar apoyando a los artesanos(a) bolivianos, pero de manera mucho más sostenible adicionando un objetivo más al proyecto : sustituir las importaciones y generar exportaciones de juguetes. Para ello, crea una organización independiente y especializada, denominada "Anatina Toys" , que produce y comercializa juguetes artesanales bolivianos hechos de madera y tela.
Estación Central, Gente Brillante, Club de Corredores, Fundación Jisunú, Recicla, Cultura para el Desarrollo y otras acciones más, son proyectos que poco a poco van fortaleciéndose y consolidándose en el tiempo, dándole a SOBOCE hoy por hoy la oportunidad de seguir trascendiendo, pasando de la filantropía a la aplicación de una filosofía sostenible.

1 de junio de 2009

¿Que o Quien controla el mundo?

Quien tiene la capacidad de influir o proyectar poder a escala mundial es considerado como una potencia. En términos económicos, el poder es medido en relación al Producto Interno Bruto (PIB) de cada país. EEUU, Japón, Alemania, Reino Unido y Francia al superar su PIB en más de un billón de dólares son considerados potencias mundiales.
En la actualidad, de las 100 más grandes economías del mundo, sólo 49 son países y 51 son corporaciones, y es que hoy las trasnacionales controlan el 70% del comercio mundial, por ejemplo: el ingreso anual de la petrolera Shell casi duplica al PBI de Venezuela, uno de los países con más petróleo del mundo. La más grande automotriz mundial, General Motors de Estados Unidos, supera el dato anterior; ya que su ingreso alcanza a la sumatoria de las economías de: Irlanda, Nueva Zelanda y Hungría. Y si Wal-Mart fuera un país independiente, sería el octavo socio comercial de China.
Esta es la dinámica de las grandes corporaciones, quienes tienden a crear un modelo económico de “empresas = nación “; donde la capacidad industrial, importancia comercial y el dominio sobre los mercados financieros permite desarrollar políticas laborales propias, valores, cultura, identidad, formas de pensar y vivir, en todo el mundo.
Naomi Klein en su libro “No logo. El poder de las marcas” revela cómo las grandes corporaciones han logrado introducirse en nuestras vidas, el poder mediático que ejercen sobre la sociedad y la influencia que generan al basar su negocio en la imagen de marca, tendencia; que se resume en vender modos de vida. Acciones tan simples del cotidiano vivir están influenciadas por el mundo de las marcas, así como: caminar con unas zapatillas “Nike” , comunicarse con un celular “Motorola”, trabajar en una notebook “Hewlett-Packard”, conducir un “BMW” , escuchar música en un “ Ipod “o simplemente compartir un momento familiar tomando una “ Coca-Cola”. Cada día, miles de mensajes incitan a comprar artículos innecesarios.
Inmersos en un sistema consumista que se alimenta de la influencia de la publicidad, ideas tan falsas como que la felicidad, el éxito, prestigio, etc., depende de la adquisición de productos, van creando en las personas una dependencia con los bienes materiales, derrochando recursos, perdiendo el control y la esencia de lo que realmente necesitan.
De acuerdo con información de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las 10 mayores trasnacionales que operan en América Latina generan ventas anuales por 115 mil 805 millones de dólares que equivalen al 18% del Producto Interno Bruto (PIB) de México.
Como consecuencia de este nuevo modelo, la brecha entre ricos y pobres tiende a ensancharse cada vez más. Si bien la pobreza y la desigualdad son conceptos distintos ambos indicadores no deben ir desasociados. En Latinoamérica el 10% de los más ricos de la población se quedan con el 48% del ingreso y el 10% más pobre obtiene apenas el 1,6%, es decir 30 veces menos. Si datos como estos sorprenden, estoy segura que el siguiente producirá mayor asombro, ya que por la desigualada en la distribución de riquezas o ingresos, Bolivia es el país más desigual del continente americano. Según investigaciones de la Comisión Episcopal de Pastoral Social Caritas de Bolivia: “en el reparto de 100 bolivianos de ingreso entre 100 ciudadanos bolivianos, los 10 más ricos reciben hasta 46 bolivianos, mientras que los 10 más pobres obtienen apenas 17 centavos, es decir 270 veces menos.”
Hoy por hoy aun no se comprende del todo la complejidad e importancia del problema, cifras como estas evidencian la necesidad de generar en el momento ahora, ya! políticas de “economía social”, que permitan cambiar la realidad actual por un escenario mucho más equitativo, justo, equilibrado y controlado; desarrollando un modelo de capitalismo incluyente que contribuya a reducir la pobreza; situación en la que se deben estar involucrados tanto goviernos como organizaciones.